La danza, un aporte a las luchas antirracistas
En mayo se celebra el Día de la Afrocolombianidad y este mes también se dará inicio a la residencia Bailar para ser escuchados, un espacio de creación, exploración y movimiento que abre la Gerencia de Danza del Instituto Distrital de las Artes – Idartes para reconocer las prácticas dancísticas de las comunidades afrodescendientes y deconstruir estereotipos alrededor del cuerpo, el territorio y las culturas negras.
Este laboratorio de prácticas antirracistas, que se realizará del 9 al 23 de mayo en el Centro de Danza y Coreografía del Valle del Cauca “La Licorera”, estará dirigido por el bailarín y coreógrafo, Rafael Palacios, quien se ha dedicado a crear un lenguaje afrocolombiano contemporáneo, una danza que pueda hablar de los contextos sociales, políticos, económicos y culturales de la población afrodescendiente.
Rafael Palacios es el fundador de la compañía Sankofa Danzafro y en esta ocasión habla de cómo la danza aporta a las luchas antirracistas y por qué es importante bailar para ser escuchados…
¿De dónde nace su interés de hablar de las comunidades negras en el marco de la danza?
Como afrodescendiente tengo el derecho, pero también la necesidad de hablar de los contextos en los cuales nosotros vivimos. Además, como decido ser bailarín entiendo que esa danza tiene que manifestar, tiene que expresar las condiciones de vida que nosotros tenemos, tiene que hablar sobre el racismo estructural, tiene que hablar sobre la opresión, la exclusión y la discriminación, pero también sobre las victorias, sobre los conocimientos que nosotros creamos a través de ese cuerpo que se atreve a comunicarse con el mundo desde sus danzas, desde su ancestralidad y desde la manera que podemos construir un presente y un futuro.
¿A qué se refiere con prácticas antirracistas a través de la danza?
Me refiero a todo un movimiento global que hay sobre cómo podemos derribar el racismo estructural, cómo podemos desde cualquier oficio, desde cualquier trabajo que tengamos, debilitar esas estructuras sociales que no nos permiten ser, que nos deshumanizan, que nos quitan la oportunidad de tener una vida digna. La danza es una de las manifestaciones más potentes que hemos sabido preservar, conservar y transformar los afrodescendientes, la diáspora africana; entonces, desde ese lugar hay que construir también unos lenguajes, unos discursos políticos, que nos permitan alcanzar la vida que nosotros nos merecemos.
¿Y por qué la danza aporta al antirracismo?
Precisamente la danza de origen afrodescendiente ha sido categorizada como exótica y erótica, entonces desde ya una manifestación espiritual que nace de los pueblos afrodescendientes es desechada, caricaturizada, menospreciada, invalidad en su propio contenido. Se trata de decir cómo podemos recuperar los contextos históricos, políticos, geográficos y sociales en donde esa danza es creada para poder entenderlo, para poder explicarla, para poder acercar los conocimientos que nos permiten sanar incluso a la sociedad en la que vivimos. Cómo poder a través de la danza transmitir hermandad, fraternidad, identidad. Es de esa manera que la danza puede aportar a las luchas antirracistas.
A propósito de la residencia artística que se llevará a cabo este mes en Cali… ¿Qué significa bailar para ser escuchados?
Significa que la danza tiene mucho que decir. Significa que la danza tiene un discurso que es capaz de crear momentos históricos de emancipación de los pueblos y sus contextos. Significa que más allá de la forma, más allá del vestuario y de la escenografía, el espectador debe aprender junto con nosotros, también como creadores de esa danza, a describir esos mensajes, esas simbologías, esas luchas de resistencia que crea la danza. Creo que por eso es tan importante verla, pero más que verla escucharla.
¿Qué espera conseguir al final de esta residencia?
Espero que podamos intercambiar conocimientos. Espero que podamos bailarines hombres y mujeres colombianos, enfrentar la danza con respeto, una danza que necesita que todos los colombianos la miremos de otra forma, de una forma respetuosa, de una forma en donde la podemos abrazar y donde podamos sentir que la danza aporta al desarrollo y a la educación de este país. Estoy muy feliz de poder compartir este espacio. Es importante que podamos intercambiar conocimiento, que podamos argumentar y debatir qué y cómo se construye una danza de origen colombiano que respeta la diversidad, que respeta la multiculturalidad y que se piensa diversa.
La residencia Bailar para ser escuchados es un proyecto realizado por la Gerencia de Danza del Idartes en articulación con la Bienal Internacional de Danza de Cali, Proartes, el Centro de Danza y Coreografía del Valle del Cauca “La Licorera” y Sankofa Danzafro.